El arquero que no comparte con otros la alegría del arco y de la flecha, jamás conocerá sus propias cualidades y defectos. Por lo tanto, antes de ponerte a buscar nada, búscate aliados: gente que se interesa por lo que estás haciendo.
No digo: “busca otros arqueros.” Digo: encuentra personas con diferentes habilidades, porque el camino del arco no es diferente de cualquier otro camino que se sigue con entusiasmo.
Tus aliados no serán necesariamente aquellas personas a quienes todos miran, ante quienes se deslumbran y de quienes afirman: “no hay nadie mejor.” Muy al contrario: serán aquéllos que no temen errar, y sin embargo yerran. Por ello, su trabajo no siempre es reconocido. Pero es esa clase de persona la que transforma el mundo, la que, tras muchos errores, consigue acertar en algo que marcará un antes y un después en su comunidad. Son personas que no pueden quedarse
esperando los acontecimientos para después tomar la mejor decisión: ellos deciden a medida
que actúan, aun sabiendo los riesgos que con ello corren.
Convivir con estas personas es importante para un arquero, porque éste necesita entender
que, antes de colocarse frente al blanco, debe ser lo bastante libre para cambiar de dirección a
medida que lleva la flecha hacia delante de su pecho.
Cuando abre la mano y suelta la cuerda, debe decirse a sí mismo: “mientras abría el arco, recorrí un largo camino. Ahora suelto esta flecha con la conciencia de que he arriesgado lo
suficiente y he dado lo mejor de mí.”
Los mejores aliados son aquéllos que no piensan como los demás. Por eso, cuando busques compañeros para compartir con ellos el entusiasmo del tiro, sigue tu intuición y no te dejes llevar por los comentarios ajenos. Las personas siempre juzgan a los demás poniendo como modelo sus propias limitaciones, y a veces la opinión de la comunidad está llena de prejuicios y temores.
Únete a los que experimentan, arriesgan, caen, se hieren y vuelven a arriesgar.Apártate de quienes afirman verdades, critican a quienes no piensan como ellos, jamás dan un paso sin tener
la seguridad de que se les respetará por ello, y prefieren tener certezas a tener dudas.
Únete a los que se exponen y no temen ser vulnerables: ellos entienden que las personas sólo podemos mejorar cuando vemos lo que hace el prójimo, no con el fin de juzgarlo sino para admirarlo por su dedicación y coraje.
Tal vez pienses que el tiro con arco no puede interesar a un panadero o a un agricultor, pero yo te digo: ellos ven, aprenden, y ponen lo que aprenden en aquello que están haciendo.
Tú harás lo mismo: aprenderás como el buen panadero a usar las manos y a saber la mezcla exacta de los ingredientes.Aprenderás como el agricultor a tener paciencia, a trabajar duro, a respetar las estaciones, y a no blasfemar contra las tormentas, pues ello sería una pérdida de tiempo.
Únete a los que son flexibles como la madera de tu arco y entienden las señales del
camino. Son personas que no dudan en cambiar de rumbo cuando se topan con un obstáculo
insalvable, o cuando vislumbran una oportunidad mejor.
Tales son las cualidades del agua: pasar entre las rocas, adaptarse al curso del río y
transformarse a veces en un lago hasta que la depresión está rebosando y puede seguir su
curso. Porque el agua no olvida que su destino es el mar, y que tarde o temprano deberá llegar a
él.
Únete a los que jamás dijeron: “se acabó, aquí me detengo”. Porque así como al invierno le sigue la primavera, nada termina: después de alcanzar tu objetivo hay que comenzar de nuevo, empleando en todo momento lo que aprendiste en el camino.
Únete a los que cantan, cuentan historias, disfrutan la vida, y tienen alegría en los ojos. Porque la alegría es contagiosa, y siempre consigue evitar que nos dejemos paralizar por la depresión, la soledad y las dificultades.
Únete a los que hacen su trabajo con entusiasmo. Pero para poder serles útil como ellos te son útiles a ti, debes saber cuáles son tus herramientas, y cómo puedes perfeccionar tus habilidades.
Por tanto, ha llegado el momento de conocer tu arco, tu flecha, tu blanco y tu camino.
Paulo Coelho, Fragmento de "El camino del arco"